Bachiller en Ciencias y Letras Colegio Serafín de Asís 1960-1970
Ingeniera Civil
Se me ha solicitado que cuente mi experiencia de vida para esta ventanilla de Ex-alumnos del querido Colegio Serafín de Asís. Nuestra promoción del año 1970 si no fue la primera, sería la segunda que estrenaba el título de bachiller en Ciencias y Letras, después de haberse comprimido las materias curriculares del bachillerato. Actualmente tengo 53 años de edad, soy Ingeniero Civil, egresada de la UASD en el año 1976 y estoy casada desde hace treinta años con el también ingeniero Wierthon B. Diaz Patrone. Tenemos tres hijos, ingenieros los tres, que son nuestro orgullo y alegría.
Bastaría leer estas 4 líneas para concluir con un resumen de vida. Sin embargo todos sabemos que es imposible escribir en apenas unas líneas las tantas y variadas experiencias vividas.
Entré al Colegio Serafín de Asís en una completa orfandad. Mi padre había muerto teniendo yo apenas 11 meses de edad y mi madre también había fallecido en un accidente cuando tenía 5 años. Después de esto, estudié los primeros años de primaria en otro colegio, mientras se solucionaban los trámites de tutoría definitiva. Si mal no recuerdo llegué al Serafín para el 4 to de primaria.
En aquella época sólo asistían mujeres al Colegio, y en verdad era una amalgama de caracteres y culturas pues muchas provenían de diferentes pueblos de todo el país. Por igual, las Hermanas encargadas de nuestra educación, venían de diferentes regiones de España y aunque en menor cantidad, otras de nuestro país. La ñoñería de la huerfanita no duró mucho pues chocó con la férrea disciplina de las hermanas y mi carácter independiente.
Los años de primaria transcurrieron entre inocentes travesuras y fuerte formación religiosa. Ya cuando entramos al bachillerato las cosas fueron volviéndose más difíciles. Nuestra formación abarcó desde los más profundos sentimientos religiosos hasta los más fuertes ideales patrióticos. No en balde habíamos hecho año por año los ejercicios espirituales en Manresa, como tampoco nos pasaron por arriba los sentimientos de libertad surgidos cuando sufrimos la invasión extranjera en el 1965.
Nuestras hermanas supieron canalizar la doctrina del amor con la formación de ideales de libertad, igualdad social y la búsqueda de la excelencia en todo lo que nos correspondiera hacer. Cómo olvidar a Sor Soledad y sus excelentes clases de matemáticas y física, a Sor Consolata con la literatura e historia del arte, a Sor Coronación con sus estudios sociales, a Sor María Santos, a Eugenia. A Sor Eufrasia y su innegociable concepto de la limpieza de los zapatos, del uniforme y de los peinados.
No sólo aprendimos la excelencia académica también aprendimos a someternos a la autoridad, a dedicarnos a los más pobres como hacíamos en el barrio Simónico, a confiar unas en las otras. Pero por encima de todas estas vivencias la que más valoro es la formación religiosa y sobretodo espiritual y a quien más le agradezco en este aspecto es a Sor Claudina. Ya en 3 ro de Bachillerato éramos un grupo donde por lo menos descollábamos unas 5 lideres, claro que yo no me quedaba atrás, desde el volleyball, pasando por las veladas hasta llegar a los operativos sociales, siempre estaba delante.
Una idea de nuestra forma de pensar la da el hecho de que mientras nuestras amigas tenían en sus paredes posters de Elvis Presley, yo tenía fotos de Mahatma Gandhi, Che Guevara, Kennedy y hasta de Winston Churchill y había leído desde la Divina Comedia, pasando por Sigmund Freud hasta Kart Marx. Fueron muchos los problemas que nuestra conducta acarreaba, desde “asaltar” la Clausura de las monjas hasta declararme comunista al salir del retiro de tercer año, porque según mis ideas allí nos lavaban el cerebro. ¿Qué hizo ante esa declaración esa excelente educadora Sor Claudina?, conociendo mi interior mejor que yo me puso como presidente del equipo de Religión. En ese entonces ella no daba la materia, sino que la dejaba a la responsabilidad de la cabeza del grupo. Mis ideas comunistas no duraron mucho frente al estudio y guía de La Palabra de Dios; no se imagina ella cuantas bendiciones le he deseado desde entonces.
Salimos del Serafín en el año 1970 y claro que por hacer nuestro último desorden nos prohibieron la fiesta de celebración (aunque siempre la hicimos). En verdad salimos de allí con metas e ideales que nunca nos abandonaron y no hablo sólo por mi sino por la gran mayoría de las que conozco que provienen de ese magisterio. Doy testimonio de que hemos sabido corresponder a tan altas enseñanzas.
Casi todas entramos a la Universidad y ahí sí que supimos valorar los conocimientos adquiridos. Terminé mis estudios de Ingeniería Civil, me casé con el novio que conocí desde el colegio y procreamos 3 maravillosos hijos a quienes siempre les inculqué los mismos ideales con que me habían formado las monjas del Colegios Serafín. Descollé en mi profesión, específicamente en el área hidráulica a nivel nacional, tuve a mi cargo importantes proyectos como son los 4 sistemas más importantes de canales de riego, las presas hidroeléctricas, desde Hatillo hasta Jiguey y Aguacate, y hasta tuve mucha ingerencia en la conformación de departamentos de políticas económicas del país. En el año 1990, con 18 años de labor ininterrumpida, y ya habiendo tenido ese encuentro personal con Jesús, entendí que en el área profesional me sentía más que realizada y que mi prioridad era mi familia. Así abandoné el ejercicio profesional, aunque ingresé al INTEC donde ejercí como profesora por unos años más.